miércoles, 16 de noviembre de 2011

El patrón euro

Hasta la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado, las economías mundiales se regían por lo que se llamaba el patrón oro, que suponía que la masa monetaria en circulación debía estar respaldada por existencias de dicho metal precioso. El modelo funcionó durante mucho tiempo por los crecientes hallazgos de minas auríferas, que posibilitaban una modesta expansión monetaria y económica. Todos los días se extraían de las profundidades de la tierra toneladas de oro, que inmediatamente se volvían a enterrar bajo tierra en las cajas fuertes de los bancos centrales de todo el mundo, de modo que puede decirse que el oro no llegaba a ver la luz del sol. El sistema era indiscutido, y se consideraba garantía de estabilidad y antídoto contra las crisis cíclicas, por lo que la principal preocupación de los responsables de dichos bancos centrales era tener las suficientes reservas en sus cámaras. Como el transporte de oro era costoso y peligroso, muchos bancos tenían en sus instalaciones parte de las reservas de otros bancos, de modo que cuando había transacciones de reservas entre países, simplemente se desplazaba el oro unos metros. Esto que hoy nos parece absurdo era la base del sistema financiero a principios del siglo XX.

La Gran Depresión acabó con todo ello, y uno tras otro los países fueron abandonando el patrón oro, en un reconocimiento de sus peligrosas limitaciones, ya que era un impedimento para el crecimiento. El Tesoro de EEUU no tuvo restricciones para la emisión de moneda, y este cambio en el sistema monetario, unido a la aplicación de las políticas keynesianas de estímulo público de la demanda, sacaron al mundo de su mayor crisis económica.

Los sistemas monetarios que se implantaron al final de la 2ª Guerra Mundial en Bretton Woods se basaron en el dólar como moneda internacional. Se crearon el FMI y el Banco Mundial, y en general se apostó por eliminar el proteccionismo e impulsar el libre comercio. Y hoy se olvida, pero el Plan Marshall permitió a los países europeos reconstruirse tras la guerra, y a los EEUU encontrar mercados en los que comprar y vender. Esto produjo una prosperidad de 50 años, durante los cuales no hubo cambios significativos en el funcionamiento de las finanzas internacionales.

Sin embargo, dos hechos fundamentales vinieron a modificar drásticamente este status quo, y son los principales culpables de que hayamos llegado a la situación actual. Por un lado, la derogación de la Ley Glass-Steagall en 1999, y por otro la implantación del euro, casi al mismo tiempo. Lo primero dio lugar al florecimiento de la industria de los derivados. Las consecuencias de lo segundo las estamos viendo hoy.

No me cabe duda de que el euro, en las condiciones actuales, no puede funcionar. Se trata de un sustituto del marco alemán, y equivale por su rigidez al antiguo patrón oro, sólo que hoy las limitaciones no vienen por la escasez del metal dorado, sino por la política presupuestaria de Alemania, que se impone a las necesidades diferentes del resto de países de la Eurozona. Y como dice Krugman, esto condena a España e Italia, entre otros, a ser países tercermundistas, obligados a operar en una moneda extranjera.

Sólo hay dos soluciones: o se avanza drásticamente en la unión no sólo política y monetaria, sino también cultural y de educación, o adios al euro. No hay tercera vía. La buena noticia es que finalmente se impondrá la primera, ya que los costes de la segunda son inimaginables. El BCE será el prestamista de último recurso, y Alemania suavizará sus exigencias fiscales permitiendo un respiro a sus socios e impulsando políticas de estímulo. Lo único malo será el tiempo perdido, los millones de parados, las ilusiones rotas, las familias destrozadas.


1 comentario:

  1. Mientras Alemania pague un 0,38 % por su deuda y haya Paises de la Eurozona, que paguen por la suya más de un 5 % y hasta un 7 %, Alemania no va a renunciar a situacion tan extraordinariamente favorable, por lo que hará lo imposible para conservar esos inversores que, con tan poca rentabilidad, prefieren invertir allí que en otros sitios de mayor riesgo.

    Otro tema es la caida del consumo en los Paises a los que Alemania dirige sus exportaciones, con lo que tendrá que hacer algo que reanime sus economias con el exclusivo fin de poder seguir exportando sus productos, por lo que mantener el Euro es una necesidad imperiosa para Alemania y, mal que les pese, tendran que hacer todo lo necesario a tal fin que procuraran que no sea lesivo para ellos, importandoles poco las consecuencias para los demás, siempre que estos se dejen y digan amén a todo lo que ellos digan.

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