jueves, 27 de octubre de 2011

Habemus acuerdo

¿Es una buena noticia el acuerdo alcanzado ayer en Europa? La prudencia de los ignorantes nos aconsejaría decir que "depende". Y en efecto, depende de para quién y para qué. Desde luego, para España es una malísima noticia, desde el momento en que los bancos españoles, a pesar de apenas tener deuda griega, acaparan el 25% de las necesidades de recapitalización que se han impuesto en este compromiso europeo, mientras que eso mismo no ocurre con las entidades alemanas y francesas, grandes beneficiarias a corto plazo del mismo. Todo esto dicho así parece difícil de entender, y aquí va mi modesto intento de explicarlo.

Este compromiso alcanzado va a tener gravísimas consecuencias sobre nuestro país, más allá de las reacciones que con toda seguridad habrá en las bolsas y mercados. La exigencia de recapitalización afectará directamente a la capacidad de crecimiento de nuestra economía, por cuanto reducirá aún más el crédito. Ello hará que no sólo sea más difícil (más aún) crear nuevas empresas, sino también financiar nuevos proyectos de las ya existentes, renovar equipos obsoletos o simplemente financiar las necesidades de circulante. Para entender esto hay que conocer el funcionamiento de la banca y las exigencias contables de la misma: por cada euro que se presta, la entidad financiera tiene la obligación de hacer una especie de depósito en reserva, que es lo que se conoce en el sector como consumo de capital. Si la exigencia de porcentaje de reserva se incrementa, la única manera de mantener el nivel de créditos sería aumentar de forma directa los fondos nuevos, lo que puede hacerse acudiendo directamente a los mercados. Como esta opción se antoja muy complicada, dada la situación de los mismos y su coste cada vez mayor por las primas de riesgo, la única alternativa serán las ayudas públicas (el famoso fondo de rescate, que por si alguien no lo sabe, sale de los presupuestos de los países), lo cual a su vez agravará la situación de las cuentas públicas. A todo esto, como ya ha apuntado mucha gente y como sabe todo aquél que haya trabajado en el sector, no se soluciona el verdadero problema que tienen los bancos españoles, y que es la deuda inmobiliaria. Desde el inicio de la crisis, el ajuste producido en las valoraciones de las carteras de suelo y viviendas ha sido patéticamente ridículo, por no decir inexistente, por lo que miles de millones de deuda de los balances de los bancos y cajas son en realidad pérdidas latentes. En lugar de obligarnos a asumir estas minusvalías y reconocer pérdidas contables, nos exigen tener más capital para solventar un problema, el de la deuda griega, que no tenemos.

Al mismo tiempo, en un ejercicio de cinismo llevado al absurdo, la Unión Europea pide a España que redoble los esfuerzos para estimular el crecimiento. No soy muy partidario de emplear metáforas para explicar cuestiones económicas, ya que aprovechándose del desconocimiento de la gente, la mayoría de ellas son tramposas e interesadas. En este caso, se me ocurren más de mil posibles analogías: pídele a un atleta que empiece a correr justo después de cortarle una pierna, y exígele además que bata sus records anteriores; vacía de gasolina un coche y oblígale acto seguido a efectuar un viaje de 300 kilómetros; y así. ¿Cómo hacer?

Una vez dicho lo anterior, cabría pensar que Alemania y Francia son los grandes ganadores del acuerdo alcanzado (léase "impuesto por ambos"). Como dice un conocido anuncio de la tele: ¡¡ERROR!! ¿Por qué?

En primer lugar, la no penalización de los bancos alemanes y franceses a largo plazo (o incluso antes, tal como están las cosas) se verá superada por la realidad y el veredicto de los mercados. Como decían nuestros clásicos, la verdad es tozuda, y esconder debajo de la alfombra la porquería no la elimina (vaya día que llevo con las analogías...). La posición de ventaja que les da el compromiso de ayer les llevará a obtener mejores condiciones de financiación, con tipos de interés más bajos que podrán ayudar a sus propios países por la misma vía del crédito que se le niega a España y a otros, pero no asegura que se resuelvan los problemas de funcionamiento asimétrico del euro, que es su moneda de referencia, por lo que al final se volverán también contra ellos.

En segundo lugar, y sin duda más importante, las medidas adoptadas son contractivas, lo que en un contexto de profunda recesión (ya estamos en ella, las mediciones llegan siempre después) viene a ser como echar gasolina al fuego (maldita sea, ya se me ha colado otra metáfora). En lugar de impulsar el crecimiento, se retrasa cada vez más, con el consabido argumento de que la austeridad es la receta para salir de la crisis. La propia actuación ayer de la UE traiciona sus argumentos y viene a decir lo que ya sabemos: que tal cosa es mentira. Cuando se deprecia la deuda soberana española (el 2% al parecer), precisamente a un país que ha tomado las medidas de ajuste que se le han exigido, se manda el mensaje de que dichas medidas han sido inútiles. ¿Y entonces para qué? ¿En qué quedamos? ¿Hay que crecer rápido y ya o hay que seguir haciendo ajustes?

Voy a repetirme una vez más a la hora de proponer, modestamente, las medidas a tomar. Como saben, EEUU, Reino Unido y Japón tienen Tesoros y Bancos Centrales con capacidad de emitir moneda (dólares, libras y yenes). ¿Por qué dichos países, que tienen niveles de deuda y déficit similares a los de Europa, no se ven penalizados en los mercados a la hora de tomar prestado? Sencillamente porque ellos disponen de la máquina de hacer dinero, y los prestamistas saben que en caso de duda o necesidad la pondrán en funcionamiento (como ya han hecho). Del mismo modo, los prestamistas saben que eso no puede ocurrir en Europa, porque lo prohíben sus normas, y ello nos coloca en una situación de desventaja: los inversores apuestan por un estallido del euro tarde o temprano. ¿Pero darle a la máquina de hacer dinero no genera inflación? Pues en una situación de contracción económica como la que estamos, no sucede tal cosa, como no sucede en los tres países que he mencionado.

Pero la sabiduría de las mentes pensantes europeas (los "hombres sabios" que dice el Nobel Krugman), impide todas estas medidas y todas las demás en la misma dirección (eurobonos ¿qué pasó con ellos?). Seguiremos esperando.

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