Pues ya está aquí la lluvia. En un post anterior manifesté mi visión pesimista ante los acuerdos de los líderes europeos, y las negativas consecuencias que van a tener para todos. Al día siguiente, las bolsas de toda Europa reaccionaban positivamente, con euforia incluso (al acuerdo, no a mis predicciones). No era para menos, los europeos se habían puesto de acuerdo en algo, aunque ese algo fuese insustancial y además justo lo contrario de lo que necesitamos. Hoy, unos días después, la fiesta se ha acabado y vuelven las caídas. La explicación, una vez más, está en la cada vez más débil y lejana recuperación económica. Hoy ningún analista espera que se cree empleo, y algún organismo internacional ha manifestado que no se espera recuperar el nivel de empleo de antes de la crisis hasta 2016, esto a nivel global, porque para España mejor no hablar.
Para esto sí que sirven los organismos internacionales, para decirnos lo que ya sabemos (para equivocarse también sirven), pero de soluciones nada, a no ser la consabida austeridad. Casi parece que un nuevo Moisés ha recibido las tablas de la ley, con un anexo que nos ordena sacrificar las vidas de millones de personas para calmar al dios mercado. Si no fuera por el drama que supone, casi podría hacer una broma con ello. Es patético escuchar de todas esas mentes poderosas y sabias que debemos ser austeros para recortar el déficit, y al mismo tiempo debemos tomar medidas para impulsar el crecimiento. Pero cuando he buscado más abajo cuáles son esas medidas, lo que he encontrado es... nada.
Tomemos el ejemplo de Gran Bretaña. Tras el triunfo electoral de los conservadores y el acceso al poder de Cameron con el apoyo del partido de Nick Clegg en mayo de 2010, el gobierno se puso como loco a recortar gastos, especialmente en el capítulo social. Duros ajustes que iban a solucionar todos los problemas del Reino Unido: paro, escaso crecimiento, deuda, déficit, bajada de la competitividad. Pues bien, año y medio después la situación no sólo ha mejorado, sino que el deterioro no parece tener fin, hasta el punto de que se habla ya en muchos ámbitos políticos e intelectuales de economía masoquista. Algo así he comentado en este post cuando hablé de autoflagelación, que si bien para un creyente católico puede tener algún sentido trascendente por la esperanza de una vida más allá de la muerte, para un analista económico es simplemente un absurdo metafísico. Pues bien, esas recetas de duro ajuste son las que nos esperan aquí tras las próximas elecciones, con que vayamos preparándonos.
Y mientras tanto, el nuevo gobernador del BCE tendrá que aguantarse las ganas de bajar los tipos, como todo el mundo espera, sólo para que no le tachen de heterodoxo, es decir, sólo para guardar las apariencias. Cuando se produzca la siguiente comunicación entonces sí habrá bajada, con lo que será tardía e ineficiente. Al otro lado del Atlántico, Obama intenta sacar adelante un plan de expansión y Bernanke prepara la maquinita de imprimir dólares. ¿Apuestan a que EEUU sale antes de la crisis que Euroalemania? Yo sí. Porque los mercados tirarán a la basura el último acuerdo, y la única duda está en si tardarán días o semanas, ya lo ha dicho hasta Soros. Y mira que me molesta coincidir con él, como sólo le puede molestar a un parado compararse con un multimillonario.
Si se fijan, se trata del truco o trato que ahora se pone de moda también entre los niños españoles, con la diferencia de que a nosotros no nos van a dar caramelos.
Si se fijan, se trata del truco o trato que ahora se pone de moda también entre los niños españoles, con la diferencia de que a nosotros no nos van a dar caramelos.
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