En materia económica, poco se puede esperar de un debate entre políticos, y lo de ayer no fue una excepción. Por ello, me extenderé muy poco en analizar lo que se dijo, y muy poco más en lo que se dejó sin decir. Además, con un candidato que tenía poco que ganar, y que por tanto se dedicó a dejar pasar los minutos sin arriesgarse a meter la pata, y con el otro demasiado atenazado por el peso de la responsabilidad en los últimos años de gobierno, lo que le impide adoptar una actitud constructiva, la conversación se limitó a la repetición de una serie de tópicos y lugares comunes. La fórmula de debate, además, nos impidió disfrutar de los cuerpo a cuerpo, y convirtió la única posibilidad de confrontación de ideas en una mera sucesión de frases hechas, y además, leídas.
Por lo que se refiere a las ideas económicas, una vez más la NADA absoluta. Ayer volvimos a constatar que la solución a la crisis que estamos pasando en España es... hacer las cosas bien. Ni siquiera yo puedo discrepar de esta afirmación, pero cuando afino el oído (en mi caso, mi audífono) para recibir con golosa impaciencia una lista de propuestas que defender o criticar, me encuentro con... nada otra vez. Ligeras alusiones a lo que hacer con los distintos impuestos, compromiso de mantener las prestaciones sociales (desempleo, pensiones), acuerdo en que hay que apretarse el cinturón, y pare usted de contar. Vuelve a repetirse que la culpa de todo la tiene, según unos, el despilfarro del Gobierno (parece que sólo el Central, sus autonomías no han tenido nada que ver), y según los otros la burbuja inmobiliaria, que se puso en marcha y se fomentó antes de que ellos gobernasen (sin hacer referencia a que estos mismos que la critican no hicieron nada por pincharla, ¿o ya no se acuerdan de cuando se hablaba del "aterrizaje suave"?).
Nadie habló de Europa, de los peajes a pagar por culpa del Tratado de Lisboa, de la ineficacia de las políticas de austeridad dura impuestas por Alemania, de la necesidad de un cambio drástico en el funcionamiento del BCE, de la incongruencia que significa que se nos exija que fomentemos el crecimiento y el empleo y al mismo tiempo redoblemos nuestros sacrificios presupuestarios. Tampoco se habló casi nada de los problemas de la educación y la sanidad, pese a que un tercio del debate estaba dedicado a esos temas. Ninguna referencia a los movimientos sociales de protesta, que son otra forma de manifestar el descontento.Y así todo. Casi hubiera preferido una peli de Rohmer.
Tuve un destello de esperanza al principio, cuando un candidato habló de la necesidad del estímulo público en la economía, y por un instante sentí el cosquilleo del interés. Si además de haber continuado por ese camino, hubiese hecho un poco de autocrítica, creo que sus propuestas habrían sido más creíbles y habría tenido más posibilidades de movilizar a un porcentaje de indecisos. Por su parte, el otro candidato perdió la oportunidad de defender modelos de colaboración público-privada como una alternativa de inversión, una más que no se debe menospreciar.
Por último, me quedo con una frase que escuché casi de pasada (aunque como a veces el audífono me pita, a lo mejor la soñé): al referirse a la discusión europea sobre los ajustes, alguien aseguró que esas ideas, las de una Europa nueva, con un nuevo papel del BCE, se discutirían sin duda, poniendo en evidencia el fracaso absoluto de lo que se nos ha vendido hasta ahora como la ortodoxia. Y me fui a dormir.
Post-data: descanse en paz Joe Frazier. Cuando era niño, existían los héroes, y algunos eran de carne y hueso, como este púgil bajito pero feroz.
...........y nosotros luchando dia a dia, desde nuestros puestos de trabajo, desde nuestras casas, intentando sacarle una sonrisa a la jornada mientras la incertidumbre se apodera de nuestras vidas...........¿Cómo será mañana?????
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