Vivimos bajo la tiranía de los hombres sabios, los mismos que no supieron decirnos antes que lo que estábamos haciendo estaba mal, y que ahora están completamente seguros de lo que tenemos que hacer para salir del agujero en el que solitos nos hemos metido.
El señor Trichet es un hombre sabio, y ha dicho hoy que España debe hacer más reformas estructurales, que lo hecho hasta ahora está muy bien, pero que no es suficiente. Nadie sabe exactamente qué significa "estructural", y yo casi dudo de lo que significa "reforma", pero distingo perfectamente a un hombre sabio de un memo. El señor Trichet, además de sabio y de vivir con un confortable salario de sabio internacional, es francés, y no por casualidad Francia y Alemania, los dos países (exceptuando a Grecia) que más veces han incumplido el pacto del euro, no tienen que hacer reformas estructurales. España, junto con Irlanda, disfrutó de superávits públicos hasta 2008, y entonces nadie supo que teníamos un problema estructural, pero se ve que, como en las casas viejas, el mal estaba oculto.
Quizá lo que ocurre es que yo no soy sabio, pero al menos sé que tampoco soy memo.
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